miércoles, 10 de marzo de 2010

TELEVISION

La televisión es uno de los más recientes medios de comunicación que, sin embargo, en pocos años ha alcanzado un alto poder social y un rol prácticamente casi insustituible en la vida de los ciudadanos contemporáneos. Información, formación y ocio han sido las tareas tradicionalmente asignadas a los medios, que la televisión ha hecho suyas también; no obstante, su poder de convocatoria y su acceso universal a casi la totalidad de la población, a veces incluso transmitiendo en directo, ha permitido a este medio, más que a ningún otro la «mundialización» -o
lo que es lo mismo, la «aldeanización»- del pensamiento y de los modos de actuar y comportarse.

La realidad, al tiempo que la diversidad, cultural y social de la humanidad, se ha hecho más cercana gracias a sus poderosas redes. Pero además, junto a esta faceta positiva, la televisión es también canal de transmisión de estereotipos, clichés uniformados, costumbres idealizadas, modelos contraculturales... que incitan a una masificación irracional, a una información inconsciente de costumbres y hábitos, a un consumismo exacerbado, a la pasividad ante hechos inhumanos y crueles y a una manipulación de nuestras propias creencias y convicciones, sobre todo de aquellas personas menos protegidas por su escaso nivel de maduración o cultura.
Aunque esta influencia social de la televisión se produce en todos los niveles y sectores sociales, independientemente de su sexo, su edad, su nivel cultural o clase social, es en la infancia y adolescencia -período de enseñanza obligatoria- donde más se acentúa, por la especial sensibilidad de los alumnos al mundo audiovisual. La audiencia infantil no permanece al margen. Desde los dos años, niñas y niños pasan horas y horas delante de la pantalla, quedando fascinados inicialmente por su luminosidad y cromancia, por sus sonidos, por sus cascadas visuales. Los chicos y jóvenes son mucho más sensibles que los adultos ante este mundo. Ellos son una generación audiovisual por excelencia, porque han nacido y crecido viendo televisión desde cortas edades, atraídos ya por la magia del color y el movimiento.
La televisión provoca, en definitiva, la pérdida de perspectiva crítica de sus telespectadores, transformándose, como afirma Cazaneuve, en un «simple reflejo de la realidad, convertida en espectáculo», en un «mero universo electrónico» paralelo, pero distorsionado de la realidad.
Utilización didáctica
La educación tiene que desmitificar ídolos; tiene que enseñar a los alumnos a desenvolverse en la sociedad de una forma juiciosa, madura y consciente. El adulto, que está en formación constante, necesita integración educativa constante en su medio; y su medio -no es un mero juego de palabras- es en infinidad de ocasiones la excesiva influencia de los medios. No es posible concebir, desde los más mínimos criterios racionales, una enseñanza que prioriza el estudio de integrales y sintagmas preposicionales, de la protohistoria y la iconosfera, de la fotosíntesis y los magmas volcánicos e ignora al mismo tiempo ver y analizar críticamente las imágenes que nos «contaminan» a diario.
a) La televisión educativa, tiene sus primeras experiencias en la década de los setenta. Frente a la programación convencional, establece sus diferencias en la presentación de los contenidos y en el tratamiento de las materias formativas. En la actualidad, de nuevo en España, tras varios intentos anteriores, se ha reavivado la necesidad de contar con programaciones educativas en las televisiones, que normalmente compaginan el estudio de idiomas, documentales tecnológicos y científicos, informativos, con programas de historia, sociedad, consumo, medicina, artes, educación, religión...

Los avances tecnológicos permiten ya por otro lado, la captación por vía satélite de otros canales que emiten programaciones educativas como Eutelsat II y Eurostep (European Association of Ussers of Satelites in Training an Education Programmes) desde 1990, a través del satélite de comunicaciones «Olympus» y que incorporan como novedad programas en otros idiomas, como el inglés, el francés, el alemán y el italiano.
La utilización de la televisión educativa en los centros educativos puede ser de gran utilidad, siempre que se parta de una programación previa que sincronice los contenidos con los programas televisivos. Además, conviene contar también con óptimos aparatos de recepción de la imagen, puesto que ver vídeo o televisión grandes grupos de alumnos con pequeños monitores no facilita un aprendizaje en óptimas condiciones. En este sentido, los centros, que hagan uso de la televisión de una forma sistemática, deben contar con macropantallas, sistemas de grabación magnetoscópicos para repeticiones de imágenes, adecuados sistemas de audición, etc.

DVD Y VIDEO

Poco a poco, este medio que surgió por necesidades de la propia televisión se ha ido imponiendo en nuestra sociedad, invadiendo nuestras casas primero con
aparatos reproductores y ahora con sofisticadas y minúsculas videocámaras capaces de competir con las más profesionales en prestaciones.

Recibimos mediante estas fuentes un cúmulo de mensajes audiovisuales que en la mayoría de casos no analizamos reflexivamente, creándonos en nuestro inconsciente pautas de conducta y modelos de comportamiento ajenos a nuestra propia iniciativa personal.
Consumimos vídeos y televisión de forma indiscriminada, fascinados por el poder de la imagen y la seducción de lo audiovisual. El vídeo como cualquier otra tecnología está exenta de cualidades perversas o bondadosas «per se». Éstas siempre están en función de los usos a los que se destine y la capacidad de lectura audiovisual que tengan sus destinatarios.

El vídeo y las aulas

El vídeo es un sistema de registro y reproducción de imágenes por procedimientos electromagnéticos. Entre sus características podemos destacar cualidades tan importantes como su facilidad de moldear la imagen a voluntad: pararla, avanzarla, retrocederla, manipularla digitalmente, simultanear la grabación y la reproducción -frente al cine que hay que revelar los fotogramas-. El vídeo además es un sistema perdurable, reutilizable y muy económico.
Pero sobre todo el vídeo tiene una cualidad que justifica, entre las otras, su éxito e impacto de los últimos años: es un medio de medios y nos sirve para reproducir cine, televisión, diapositivas, transparencias, imágenes propias, fotografías y todo aquello que podamos visualizar, a través de la ya universalizada en todos los hogares pantalla televisiva.
En el ámbito educativo, además de todas estas virtualidades del medio, se nos ofrece la posibilidad de poten
ciar la reflexión crítica de muchos mensajes fascinadores -y a la vez manipuladores- que deben ser analizados en el entorno del aula.
Estas cualidades han permitido que muchos centros no hayan ignorado este medio, como a los otros, incorporando aparatos de televisión y vídeo, incluso en maltrechos presupuestos. Sin embargo, en muchos casos, el vídeo no ha sido más que un instrumento para reproducir películas, largometrajes y dibujos animados y algún que otro documental más o menos relacionado con asignaturas aisladas, sin una planificación de las proyecciones en un plan de actuación curricular concreto del centro.

Utilización didáctica

El vídeo, como los otros medios, se presta a una amplia y variada utilización didáctica en las aulas de los centros educativos. Integrados en las acciones formativas y en las programaciones docentes, es posible ver críticamente grabaciones captadas tanto desde los canales de televisión como películas y documentales de los videoclubs y vídeos comunitarios.
Vídeos didácticos, largometrajes y programas animados son válidos, siempre que se planteen actividades paralelas y los profesores hayan visto antes las grabaciones con el fin de establecer las estrategias didácticas.
Por otro lado, otra alternativa para niveles superiores es el análisis del medio a través de sus tecnologías, lenguajes, soportes, procesos y fases del sistema.

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